Cuando la vida entra en bucle

El año pasado fue extraño y diferente para todos nosotros.

Las visitas sociales, los viajes espontáneos, los desplazamientos al extranjero se han guardado y metido debajo de la cama.

Y con ello, desaparecen también algunos de los mejores condimentos de la vida cotidiana. Es como la pizza sin queso, los gofres sin mermelada y la pasta sin parmasano por encima. Los días se vuelven un poco más ordinarios. 

No me malinterpretes, nos va muy bien. Los días con los peques han hecho que toda la chuleta del año covid sea más fácil que para muchos que están solos. 

Sin embargo, parece que los días pasan en bucle. Las mismas tareas.

Despertador, almuerzos para llevar, colegio, trabajo, conducir, deberes, cena, televisión, noche, acostarse y volver a despertarse. Y así sigue el carrusel.

Desde luego, no queremos que se detenga, pero ¿podría dar algunas vueltas de vez en cuando? 

Quizá cenemos al borde del agua, comamos tacos un martes, hagamos escalada, demos un paseo en bici. Hornear a mitad de semana, hacer cine en casa con entradas y palomitas. ¿Algo que altere un poco el bucle? ¿Enloquecerlo? Desordénalo. 

Tengo estos pensamientos, mientras hago la cena, pensando que tengo que recoger a mi hija pronto, luego entrenar, luego cenar y luego la noche....pero mañana....entonces puedo pensar en algo...tal vez....

Por cierto, ¿cómo te va?

Bucle